El ensayo y error se muestran en todas las facetas de nuestra vida, un ejemplo es que nunca sabremos qué es el matrimonio hasta experimentarlo, pero como no calculamos los riegos, nuestro matrimonio puede llegar al fracaso.
La responsabilidad de ser maestro la podemos igualar con cualquiera otra carrera, pues también en cualquier profesión aprendes por ensayo y error. Lo más importante es tomar en cuenta que para ser maestro se necesita vocación, somos maestros porque nos llena, así podemos calcular los riesgos y no importa el costo; no como algunas personas dicen: Que tenga chamba aunque sea de maestro, cuando dicen: “aunque sea” demuestran su analfabetismo de la profesión de enseñar, la toman como plato de segunda o de tercera mesa, como si no tuviera ningún valor.
Algunos estudian una carrera porque los obliga su familia, sin que pueda expresar lo que realmente se quiere. Así varios de nosotros llegamos a las aulas por accidente. La película La sociedad de los Poetas Muertos, expone cómo un adolescente descubre su placer por el lenguaje poético, el romanticismo, vemos su búsqueda de la identidad, el encuentro de las posibilidades vocacionales. Ahí se muestra la preocupación que un maestro debe asumir por los jóvenes. Reconozcamos nuestras inclinaciones vocacionales y nos demos por vencidos ante la presión social. Establezcamos el placer por la educación.
Hay maestros que pueden presumir de sus estudios en una normal, saben como manejar las herramientas didácticas, y nos muestran cómo se debe hacer, estableciendo en nosotros un conocimiento más ad hoc, aunque a veces no aprendemos de ellos, has oído como algunos cantan: Tropecé de nuevo y con la misma piedra”, este maestro volvió a tropezar con lo mismo, parece que su ensayo y error no le sirvió.
Por otra parte, la docencia tiene principios que la sustentan como una disciplina de estudio, es importante analizar el juicio que los expertos nos han heredado, imaginas a un médico que aprenda por ensayo y error, tal vez algunos de sus pacientes hayan pasado a mejor vida.
La aventura de ser maestro consiste en poner lo mejor de nosotros para no dejar que nuestros pacientes (alumnos) pasen a mejor vida, pues como los médicos la vida de nuestros muchachos está en nuestras manos, algo de nosotros pasa a formar parte del ser de ellos.
Los que se lanzan a la aventura de ser maestro deben realizar un examen para estar completamente seguros que ese es el camino que quieren andar, así comenzar la nueva carrera, arriesgarse a ser maestro, muchos de nosotros decimos; no soy maestro de carrera, con esa expresión tratamos de esconder nuestra frustración al carecer de los elementos didácticos. Pero se reconoce que al estar frente a un grupo de alumnos ya nos hemos convertido en un maestro de profesión, estamos en esa carrera, pues al final recibirás tu pago, ¿o no?, aprovechemos entonces todas las oportunidades que se presenten de aprender, ser mejores, no porque se nos obliga, sino porque tenemos la vocación para transmitir conocimientos.
Suponemos que como docentes debemos tener ciertas competencias; Pensar y sentir, comunicación para la interacción interpersonal, identidad profesional, la capacidad de sortear las dificultades, una personalidad que mantenga la disciplina, la capacidad de adaptar los contenidos.
Si es necesario obtener esas capacidades entonces no estamos en una profesión que se aprende por ensayo y error, puesto que existen profesores que nos antecedieron y dejaron un cúmulo de conocimientos que es importante revisar.
No estoy diciendo que únicamente se contrate profesores veteranos, sino que antes de embarcarse en la aventura de ser maestro, como lo hizo Colón cuando aceptó el reto de lanzarse al océano, sabía donde quería llegar, no vayamos a esta aventura solamente porque no haya otra alternativa de vida. Sepamos que el ser docente es un orgullo.
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