Soy facilitador del CONALEP de la Ciudad de Chilpancingo Guerrero tengo a mi cargo un grupo de 43 estudiantes de primer semestre, al investigar los saberes de mis estudiantes acerca del uso de Internet encontré que el 20% no utilizan Internet; del 80% restante el 30% tiene Internet en su casa; los restantes utilizan los servicios de los llamados café Internet (ciber).El promedio de horas que utilizan internet es de 10 horas semanales.
De mis estudiantes que utilizan Internet el 25% únicamente utiliza el Internet para chatear, bajar videos y música; el 75% restante lo utiliza para hacer tareas e investigaciones. El 33% sólo sabe lo básico de Internet; pero el 67% restante conoce lo que es un blog, sabe como hacer una página web, subir fotos a su blog, y todo lo concerniente a este tema.
En una plenaria con el grupo en cuestión se discutió la interrogante ¿cómo aprovechar esos conocimientos para nuestro propósito educativo? El 95% de los alumnos opinan que el uso del Internet es interesante, pues hay material audiovisual y música; como lo hemos aprendido a través del módulo 1 se pueden utilizar las WebQuest para que los estudiantes utilicen esta herramienta; sin embargo los alumnos pueden utilizar su imaginación en este medio al proponer proyectos para mejorar el medio social, incluso proyectos tecnológicos,
La materia que imparto se llama Autogestión del Aprendizaje, en ella se pide a los alumnos proponer proyectos de mejora para el plantel, así que el grupo 1103 de la especialidad en Informática ha propuesto utilizar los blogs para intercambiar información así como dar a conocer los resultados de sus proyectos a través del Internet, elaborando sus propias páginas para este fin.
Primero se desarrollará el proyecto en el aula para afinar los detalles, después lo llevarán a cabo en sus respectivos contextos, tratando de utilizar los laboratorios del propio colegio, los cibers o utilizando la red desde su casa, aquellos alumnos que tienen ese servicio. Esta experiencia propiciará el intercambio de información entre los que saben utilizar el Internet de forma más avanzada para lograr un aprendizaje colaborativo con los que menos saben, pero lo más importante, estaremos en condiciones de saber si al usar este medio se alcanzan los objetivos propuestos en la materia que imparto.
Espero que esto pueda dar un abundante fruto para el aprendizaje de mis estudiantes, asimismo para que también tenga la oportunidad de cambiar hacia niveles educacionales más acordes con los tiempos que ahora vivimos.
Así, vamos a estar en contacto para publicar en fechas próximas los resultados de esta aventura.
martes, 13 de octubre de 2009
lunes, 12 de octubre de 2009
Mi confrontación con la docencia
El ensayo y error se muestran en todas las facetas de nuestra vida, un ejemplo es que nunca sabremos qué es el matrimonio hasta experimentarlo, pero como no calculamos los riegos, nuestro matrimonio puede llegar al fracaso.
La responsabilidad de ser maestro la podemos igualar con cualquiera otra carrera, pues también en cualquier profesión aprendes por ensayo y error. Lo más importante es tomar en cuenta que para ser maestro se necesita vocación, somos maestros porque nos llena, así podemos calcular los riesgos y no importa el costo; no como algunas personas dicen: Que tenga chamba aunque sea de maestro, cuando dicen: “aunque sea” demuestran su analfabetismo de la profesión de enseñar, la toman como plato de segunda o de tercera mesa, como si no tuviera ningún valor.
Algunos estudian una carrera porque los obliga su familia, sin que pueda expresar lo que realmente se quiere. Así varios de nosotros llegamos a las aulas por accidente. La película La sociedad de los Poetas Muertos, expone cómo un adolescente descubre su placer por el lenguaje poético, el romanticismo, vemos su búsqueda de la identidad, el encuentro de las posibilidades vocacionales. Ahí se muestra la preocupación que un maestro debe asumir por los jóvenes. Reconozcamos nuestras inclinaciones vocacionales y nos demos por vencidos ante la presión social. Establezcamos el placer por la educación.
Hay maestros que pueden presumir de sus estudios en una normal, saben como manejar las herramientas didácticas, y nos muestran cómo se debe hacer, estableciendo en nosotros un conocimiento más ad hoc, aunque a veces no aprendemos de ellos, has oído como algunos cantan: Tropecé de nuevo y con la misma piedra”, este maestro volvió a tropezar con lo mismo, parece que su ensayo y error no le sirvió.
Por otra parte, la docencia tiene principios que la sustentan como una disciplina de estudio, es importante analizar el juicio que los expertos nos han heredado, imaginas a un médico que aprenda por ensayo y error, tal vez algunos de sus pacientes hayan pasado a mejor vida.
La aventura de ser maestro consiste en poner lo mejor de nosotros para no dejar que nuestros pacientes (alumnos) pasen a mejor vida, pues como los médicos la vida de nuestros muchachos está en nuestras manos, algo de nosotros pasa a formar parte del ser de ellos.
Los que se lanzan a la aventura de ser maestro deben realizar un examen para estar completamente seguros que ese es el camino que quieren andar, así comenzar la nueva carrera, arriesgarse a ser maestro, muchos de nosotros decimos; no soy maestro de carrera, con esa expresión tratamos de esconder nuestra frustración al carecer de los elementos didácticos. Pero se reconoce que al estar frente a un grupo de alumnos ya nos hemos convertido en un maestro de profesión, estamos en esa carrera, pues al final recibirás tu pago, ¿o no?, aprovechemos entonces todas las oportunidades que se presenten de aprender, ser mejores, no porque se nos obliga, sino porque tenemos la vocación para transmitir conocimientos.
Suponemos que como docentes debemos tener ciertas competencias; Pensar y sentir, comunicación para la interacción interpersonal, identidad profesional, la capacidad de sortear las dificultades, una personalidad que mantenga la disciplina, la capacidad de adaptar los contenidos.
Si es necesario obtener esas capacidades entonces no estamos en una profesión que se aprende por ensayo y error, puesto que existen profesores que nos antecedieron y dejaron un cúmulo de conocimientos que es importante revisar.
No estoy diciendo que únicamente se contrate profesores veteranos, sino que antes de embarcarse en la aventura de ser maestro, como lo hizo Colón cuando aceptó el reto de lanzarse al océano, sabía donde quería llegar, no vayamos a esta aventura solamente porque no haya otra alternativa de vida. Sepamos que el ser docente es un orgullo.
La responsabilidad de ser maestro la podemos igualar con cualquiera otra carrera, pues también en cualquier profesión aprendes por ensayo y error. Lo más importante es tomar en cuenta que para ser maestro se necesita vocación, somos maestros porque nos llena, así podemos calcular los riesgos y no importa el costo; no como algunas personas dicen: Que tenga chamba aunque sea de maestro, cuando dicen: “aunque sea” demuestran su analfabetismo de la profesión de enseñar, la toman como plato de segunda o de tercera mesa, como si no tuviera ningún valor.
Algunos estudian una carrera porque los obliga su familia, sin que pueda expresar lo que realmente se quiere. Así varios de nosotros llegamos a las aulas por accidente. La película La sociedad de los Poetas Muertos, expone cómo un adolescente descubre su placer por el lenguaje poético, el romanticismo, vemos su búsqueda de la identidad, el encuentro de las posibilidades vocacionales. Ahí se muestra la preocupación que un maestro debe asumir por los jóvenes. Reconozcamos nuestras inclinaciones vocacionales y nos demos por vencidos ante la presión social. Establezcamos el placer por la educación.
Hay maestros que pueden presumir de sus estudios en una normal, saben como manejar las herramientas didácticas, y nos muestran cómo se debe hacer, estableciendo en nosotros un conocimiento más ad hoc, aunque a veces no aprendemos de ellos, has oído como algunos cantan: Tropecé de nuevo y con la misma piedra”, este maestro volvió a tropezar con lo mismo, parece que su ensayo y error no le sirvió.
Por otra parte, la docencia tiene principios que la sustentan como una disciplina de estudio, es importante analizar el juicio que los expertos nos han heredado, imaginas a un médico que aprenda por ensayo y error, tal vez algunos de sus pacientes hayan pasado a mejor vida.
La aventura de ser maestro consiste en poner lo mejor de nosotros para no dejar que nuestros pacientes (alumnos) pasen a mejor vida, pues como los médicos la vida de nuestros muchachos está en nuestras manos, algo de nosotros pasa a formar parte del ser de ellos.
Los que se lanzan a la aventura de ser maestro deben realizar un examen para estar completamente seguros que ese es el camino que quieren andar, así comenzar la nueva carrera, arriesgarse a ser maestro, muchos de nosotros decimos; no soy maestro de carrera, con esa expresión tratamos de esconder nuestra frustración al carecer de los elementos didácticos. Pero se reconoce que al estar frente a un grupo de alumnos ya nos hemos convertido en un maestro de profesión, estamos en esa carrera, pues al final recibirás tu pago, ¿o no?, aprovechemos entonces todas las oportunidades que se presenten de aprender, ser mejores, no porque se nos obliga, sino porque tenemos la vocación para transmitir conocimientos.
Suponemos que como docentes debemos tener ciertas competencias; Pensar y sentir, comunicación para la interacción interpersonal, identidad profesional, la capacidad de sortear las dificultades, una personalidad que mantenga la disciplina, la capacidad de adaptar los contenidos.
Si es necesario obtener esas capacidades entonces no estamos en una profesión que se aprende por ensayo y error, puesto que existen profesores que nos antecedieron y dejaron un cúmulo de conocimientos que es importante revisar.
No estoy diciendo que únicamente se contrate profesores veteranos, sino que antes de embarcarse en la aventura de ser maestro, como lo hizo Colón cuando aceptó el reto de lanzarse al océano, sabía donde quería llegar, no vayamos a esta aventura solamente porque no haya otra alternativa de vida. Sepamos que el ser docente es un orgullo.
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Mi aventura de ser docente
Cuando era estudiante de Administración, en los últimos años de la década de los setentas y principios de los ochentas, nunca imaginé llegar a ser maestro profesional, lo digo así porque esa actividad es la por la que me pagan. Por impartir y compartir conocimientos, un servicio para los clientes (esto es mis alumnos).
Fue en Conalep de Chilpancingo en1985 donde se inició para mí esta agradable experiencia de la docencia, bueno, confieso que en aquel primer grupo no fue tan atractivo, no tenía experiencia y me ganó el pánico escénico, todo era un desastre, me sentí como una avestruz buscando donde meter la cabeza. Todavía, cuando recuerdo esa clase, me siento apenado, en fin; han pasado algunos ayeres.
En mis actividades docentes percibo una paradoja, porque cada semestre aprendo más, estoy más fortalecido, pero al mismo tiempo me queda mucho por aprender, siento que me alejo de saberlo todo.
Sin embargo, ser docente es una agradable experiencia, he visto muchos chicos en las aulas, aunque de repente son un poco latosos, logran egresar del Conalep. Algunos los encuentro por la calle, me saludan, ahora están en la universidad son más maduros, que orgullo haber sido su maestro, pienso que después de todo valió la pena el esfuerzo, he transformado una vida, alguien es mejor persona y tiene expectativas por cumplir.
Así como he tenido experiencias agradables, también las he tenido desagradables, sin embargo, conozco un maestro que dijo: “No existen clases modelo, solo modelos de clase” de lo cual estoy convencido porque al observar las sesiones de algunos de mis colegas noté que todos los que estamos al frente de un grupo tenemos nuestras peculiaridades, buenas o malas, creo que debemos adaptarnos a las condiciones del alumno, del medio ambiente y del programa de la materia que impartimos, en lo particular esa diversidad hace que siempre aprenda de todos mis compañeros.
Siempre pienso que estamos transmitiendo conocimientos, frente a nosotros tenemos una variedad de personalidades, cada individuo que nos escucha debe recoger ese conocimiento con gusto y de manera clara, para lograr eso debo adquirir varias formas de enseñar, porque si no tengo esos instrumentos, entonces será muy difícil que todos aprendan.
Para lograr ser buen profesor, es muy importante adquirir todas las herramientas a nuestro alcance, sentir nuestra profesión, esa pasión por enseñar, la preocupación por nuestros jóvenes, transmitir además nuestros sentimientos, debemos ser abiertos, aceptar que también nosotros nos equivocamos, establecer así nuestros valores.
Pero además, pienso en el programa, cómo llevar a cabo su cumplimiento, qué espero de mis alumnos, pero también que esperan de mí, puedo formular conjuntamente con ellos estrategias para llegar a la meta, les expongo mi punto de vista y ellos me exponen el suyo, vemos la clase de forma amigable. Sienten que los comprendo y ellos me comprenden.
Esas relaciones interpersonales le dan sentido a mi actividad docente, debo adquirir la habilidad para comunicarme, ese contacto que nos convierte en seres humanos, y el reconocimiento de que cada uno tiene mucho potencial que aprovechar.
Entonces la docencia se convierte en un arte, cada uno hace una escultura diferente, y al final hay gran recompensa, esto es la satisfacción de haber cumplido con nuestra responsabilidad diaria.
Fue en Conalep de Chilpancingo en1985 donde se inició para mí esta agradable experiencia de la docencia, bueno, confieso que en aquel primer grupo no fue tan atractivo, no tenía experiencia y me ganó el pánico escénico, todo era un desastre, me sentí como una avestruz buscando donde meter la cabeza. Todavía, cuando recuerdo esa clase, me siento apenado, en fin; han pasado algunos ayeres.
En mis actividades docentes percibo una paradoja, porque cada semestre aprendo más, estoy más fortalecido, pero al mismo tiempo me queda mucho por aprender, siento que me alejo de saberlo todo.
Sin embargo, ser docente es una agradable experiencia, he visto muchos chicos en las aulas, aunque de repente son un poco latosos, logran egresar del Conalep. Algunos los encuentro por la calle, me saludan, ahora están en la universidad son más maduros, que orgullo haber sido su maestro, pienso que después de todo valió la pena el esfuerzo, he transformado una vida, alguien es mejor persona y tiene expectativas por cumplir.
Así como he tenido experiencias agradables, también las he tenido desagradables, sin embargo, conozco un maestro que dijo: “No existen clases modelo, solo modelos de clase” de lo cual estoy convencido porque al observar las sesiones de algunos de mis colegas noté que todos los que estamos al frente de un grupo tenemos nuestras peculiaridades, buenas o malas, creo que debemos adaptarnos a las condiciones del alumno, del medio ambiente y del programa de la materia que impartimos, en lo particular esa diversidad hace que siempre aprenda de todos mis compañeros.
Siempre pienso que estamos transmitiendo conocimientos, frente a nosotros tenemos una variedad de personalidades, cada individuo que nos escucha debe recoger ese conocimiento con gusto y de manera clara, para lograr eso debo adquirir varias formas de enseñar, porque si no tengo esos instrumentos, entonces será muy difícil que todos aprendan.
Para lograr ser buen profesor, es muy importante adquirir todas las herramientas a nuestro alcance, sentir nuestra profesión, esa pasión por enseñar, la preocupación por nuestros jóvenes, transmitir además nuestros sentimientos, debemos ser abiertos, aceptar que también nosotros nos equivocamos, establecer así nuestros valores.
Pero además, pienso en el programa, cómo llevar a cabo su cumplimiento, qué espero de mis alumnos, pero también que esperan de mí, puedo formular conjuntamente con ellos estrategias para llegar a la meta, les expongo mi punto de vista y ellos me exponen el suyo, vemos la clase de forma amigable. Sienten que los comprendo y ellos me comprenden.
Esas relaciones interpersonales le dan sentido a mi actividad docente, debo adquirir la habilidad para comunicarme, ese contacto que nos convierte en seres humanos, y el reconocimiento de que cada uno tiene mucho potencial que aprovechar.
Entonces la docencia se convierte en un arte, cada uno hace una escultura diferente, y al final hay gran recompensa, esto es la satisfacción de haber cumplido con nuestra responsabilidad diaria.
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